Muere la hija de Nat King Cole, Natalie Cole



Ha muerto Natalie Cole, hija de Nat King Cole, y hoy las lágrimas tienen el mismo o parecido sabor que cuando falleciera esa gloria de la canción americana. Esto es: no se sabe si se llora por ella o por su padre o por los dos a la vez, es decir, por la añoranza de un recuerdo que aún hoy sigue marcando buena parte de las esencias de la música ligera. La verdad duele, pero es justa, y una vez más se ha de convenir que, en este caso, esta astilla no superó a aquel palo. A pesar de media docena de premios Grammy y sus más de 30 millones de discos vendidos, la sombra de Nat King Cole fue, no sólo alargada, sino intensa, profunda, insuperable...
La suya era una voz magníficamente dotada para cantar el jazz, pero no se sabe cuánto de esos reconocimientos y ventas discográficas le deben a su apellido. Algo parecido le ocurre a otra cantante con excelso pedigrí jazzístico, China Moses, incapaz de acercarse y mucho menos sobrepasar el venerable canto de su madre, la gran Dee Dee Bridgewater. No debe de ser nada bueno que te reconozcan por el apellido y no por tu nombre de pila, que se lo digan a Franklin Wayne Sinatra, Frank Sinatra Jr., por poner otro ejemplo de triunfo heredado desde el paritorio. Todos ellos son grandes cantantes, ya se ha sugerido, pero en su verbo musical, en este caso orillado al jazz, como el de sus progenitores, habitan todas las sospechas de un talento frágil. El auténtico aliento artístico y creativo es que no entiende de sangres azules, sólo de sangres rojas, como así ha demostrado uno de los hijos más exigidos del jazz, Ravi Coltrane, un saxofonista con apellido universal, pero con nombre y pensamiento propios.

 

Natalie Maria Cole murió el último día del año, que también son cosas del destino, víctima de una insuficiencia cardíaca, derivada de las múltiples complicaciones que la artista arrastraba desde que en 2009 le sometieran a un trasplante de riñón. Hoy su legado discográfico nos deja una veintena de referencias. Sin lugar a dudas, la que más eco tuvo fue la que grabara en 1991, Unforgettable ... With Love, con la que consiguió seis premios Gramy y 14 millones de unidades vendidas en todo el mundo. Eso sí, echando mano de una de las piezas de cabecera más sublimes de su padre e incluso rentabilizando su voz, recuperada digitalmente en el álbum.
Natalie Cole se inició en la música adentrándose en el género del soul y el rhtyhm & blues, estilos a los que su voz aterciopelada y sedosa se adaptaba perfectamente en temas de gran pegada como This Will Be, Inseparable, I cant Say No o Our Love. Más adelante la artista cosecharía otros éxitos gracias a sabrosas interpretaciones como Jump Start (My Heart), I Live For Your Love o la versión del Pink Cadillac de Bruce Springsteen. Su carrera parecía desentenderse del peso de la memoria de su padre, pero más adelante su voz acabaría por orillarse al jazz y el temario de su progenitor, amplificando las distancias artísticas entre una y otro. Éxito, éxito, entendido comercialmente, está claro que lo tuvo, participando en proyectos de cine, series de televisión o conciertos mediáticos como el 70º cumpleaños de Nelson Mandela... Pero sin llegar a ser en la canción lo que su padre fue.
Posteriormente, coqueteó con las drogas y tuvo momentos complicados, aunque aquí en nuestro país tuvimos ocasión de disfrutarla en plena forma en recitales como el que la trajo en 1994 al Festival de Jazz de Vitoria. Hoy el mundo llora dos veces por su muerte.
Natalie Cole, cantante, nació el 6 de febrero de 1950 en Los Ángeles (EEUU) y murió en la misma ciudad el 31 de diciembre de 2015.
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